Joe
Nocera escribió en New York Times una columna en la que analizaba las
claves que,según él, mejorarían la Educación; basándose en un libro de
Paul Tough, afirmaba que la clave para mejorar la Educación era mejorar
las habilidades no cognitivas: especialmente, el carácter que,
parafraseando a Tough, se manifestaba como resistencia, integridad,
ingenio y ambición.
Aunque Paul Tough
merece nuestro elogio por esforzarse en mejorar las prácticas de los
centros educativos urbanos, sus métodos tienen un alto potencial
desmotivador para muchísimos y muchísimas estudiantes. No obstante, en
la medida en que su método ha supuesto un fuerte efecto placebo para otros/as estudiantes, que ha jugado a favor de éstos, parece ser digno de elogio.
Cada uno de los supuestos de Tough es inválido. Su definción de carácter, marcada por rasgos de integridad, ingenio y ambición, es sólo una de entre las muchas posibles.
La personalidad no es fácil de enseñar a los adolescentes: si lo fuera,
lo habríamos hecho hace mucho tiempo. La solución de Norcea es de "talla única", sin reflejar la diversidad de necesidades y valores. El análisis de Tough es romántico: sin querer, defiende sus valores personales y los impone al alumnado joven
La
Educación en valores es muy difícil a gran escala: los estudiantes son
diversos y, además, siendo adolescentes, se enfrentan a una exigencia
escolar referida a pensar y reflexionar a un nivel mucho más profundo
del que es posible según su aprendizaje significativo - y, por cierto,
durante un periodo de tiempo excesivamente prolongado. Esa
reflexión, además, va contra la "naturaleza" de algunas personas; aunque
pensemos que todos y todas nacemos con una ilimitada curiosidad,
¿cuánto tiempo tarda en apagarse y desvacerse esa curiosidad natural? ¿Exige la escuela y el instituto una curiosidad mucho mayor de la que poseemos en sí o, por el contrario, es capaz de matarla?
El problema real es el modelo del que partimos,
suponiendo que todo el mundo es curioso, quiere aprender, quiere ser
"culto". Para motivar al alumnado, se supone, los y las docentes deben
aprovechar esa curiosidad.
La motivación funciona como afirmación de los valores: los profesores y las profesoras deben aprovechar los valores del alumnado, no forzarlos a cambiar. Esto no funciona
La
verdad es que la mayoría de la gente cambia sólo superficialmente - o
quizás, sólo ligeramente - tras superar la adolescente. Los/as psicólogos/as no saben realmente cómo cambiar a las personas, sino modificar conductas aisladas y determinadas. Muchos/as psicólogos/as sociales exageran la capacidad de su disciplina para cambiar y mejorar a los educandos. Yo
abogo por conectar los valores individuales de cada estudiante, sus
puntos fuertes y sus necesidades particulares con su progreso dentro del
sistema educativo: eso sí es motivador
- Premisa 1: la motivación es la afirmación de nuestros puntos fuertes y valores internos
- Premisa 2: la individualidad es mucho mayor de lo que estamos suponiendo en el sistema educativo tradicional
Cuando el o la docente tiene un
conjunto de valores, habilidades y necesidades diferente a la de la o el
estudiante, no debe presionar al alumno o alumna para abrazar los
suyos, sino fomentar lo posistivo de éste. La intolerancia en las escuelas - como decía David Brooks, en el mismo periódico - es el verdadero problema.